Últimamente me he estado poniendo la ropa dejando las costuras a la vista. En ocasiones me percato hasta después de hacerlo y ya no lo puedo remediar. O bien, unos instantes de ponerme encima las prendas, sonrío y digo, "Vaya, que está al revés."
Como hoy. Después de abrir los ojos ante un sueño bizarro con mi amigo Lex Luthor, encender la computadora y deambular en el cuarto debido al mal tiempo tomé la ropa, ajusté una blusa, el suéter y enseguida saqué el pantalón del armario.
Lo tomé de la cintura, metí primero un pie, subí la tela y siguió el pie izquierdo. Justo cuando iba arriba de mi trasero y a punto de cerrar el botón noté en cuestión de segundos que algo estaba diferente. Vi los extremos de las piernas y las costuras se asomaban alegremente como diciendo "¡Wow! Así se ve del otro lado... Mmmm... ¡Impresionante!"
Descalza me senté en la orilla de la cama, miré hacia arriba y sonreí de oreja a oreja percatándome de mi gracia sin nadie que lo viera. Ni pensar, estaba a punto de salir con el pantalón al revés tan campante como siempre... Me quité el pantalón, lo tomé desde el interior y le di una vuelta.
Dicen que en algunas culturas es considerado de buena suerte ponerse la ropa al revés. Como los calcetines o los interiores... Me pregunto si un pantalón vale en esta creencia. Es curioso, la insignificancia de un pequeño detalle es un símbolo de buena suerte y alegra el día. Vamos, que eso fue una muy buena sonrisa. De todas formas, grito a los cuatro vientos con los brazos bien abiertos: "¡Venga buena suerte, vengaaaa!"
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