Sus pies avanzan frenéticamente, la suela del zapato deportivo nulifica el sonido de su andar. Como rayo veloz, esquiva los cuerpos para ganarle al tiempo... Bueno, aventajar unos cuantos minutos.
La mano recuerda los movimientos: saca su tarjeta del bolsillo derecho y frontal guardada en su mezclilla. Con sólo un foco en verde accede a pasar el torniquete del metro. Unas escaleras, cuestión de minutos para que la puerta cierre por completo y comience su viaje a través de la línea 1.
El sonido de alerta agudiza más sus sentidos, un foco naranjado arriba de las puertas está encendido y cruza exitosamente. Toma asiento en el vagón. Irónicamente una señora con su bebé sonríe mientras camina un pequeño descalzo, aproximadamente 8 años cuyo ser es explotado por personajes desconocidos al repartir papeles con la siguiente leyenda:
Disculpe la molestia, vengo del pueblo más pobre de la Sierra de Puebla. Si fuera tan amable de ayudarme con una moneda que no afecte su economía de todo corazón. Gracias.
El pasaje sólo cuesta 3 pesos, es el transporte más barato y permite acceso a una variedad de rutas para caminar por toda la Ciudad. Personajes de toda índole, el mago que se gana el sustento diario, la señora que vende limas para uñas, los vendedores de piratería cuyas bocinas incomodan al viajante, a otros los entretiene y otros más son seducidos por su accesible precio de 130 melodías en mp3 de salsa por tan sólo 10 pesos. Una bolsa de celofán envuelve el papel con la información del disco.
Su trasborde es en tacubaya. Más de un río de gentes superando 10 escaleras eléctricas y la capacidad de abordaje en cada vagón. La conductora que lucha por educar a los viajantes tarda 20 minutos en cada estación esperando que la racionalidad ingrese en la mente de los pasajeros y permitan cerrar las puertas sin aplastar bolsas, mochilas o a la misma persona. Ahí... Ahí es donde el mexicano bestial habita: presente en las horas pico del metro. Por ejemplo: las 5 a 6 de la tarde en la línea 7.
Su andar es presuroso, con serenidad y fantasmal. El contacto con algún espécimen del mexicano bestial es casi nulo... Sin embargo, al momento de salir en su última parada el choque es inevitable.
Originalmente los tiempos del metro están planificados para que una vez detenido el tren por estación se puedan realizar las labores:
1. Pararse del asiento
2. Aproximarse a la puerta
3. Salir y
4. Permitir que los nuevos viajantes ingresen al vagón.
Lamentablemente, en la mayoría de los casos, el mexicano bestial colapsa todo el sistema por la falsa creencia mental de que su razón individual importa más: la frase "tengo prisa" resuena en cada sinapsis del mexicano bestial.
Si usted se encuentra ante un espécimen similar, por favor, no permita que el pánico lo haga presa y lo torne en otro espécimen más. Intente dialogar... En caso de fallo, trátelo como lo que es: un mexicano bestial.